Barcelona, 10 de octubre de 2025 – En un mundo donde las batallas cotidianas a menudo eclipsan las historias de esperanza, la vida de Luciano, un valiente niño de 7 años de Barcelona, ha capturado los corazones de miles. Diagnosticado con un tumor cerebral maligno a la tierna edad de 4 años, Luciano –apodado cariñosamente “Super Lucky” por su familia– ha enfrentado cirugías, quimioterapias y un sinfín de dolores con una fuerza que desarma a cualquiera. Sus héroes no son superhéroes de cómics, sino los jugadores del FC Barcelona, y en particular, Lamine Yamal, la joven estrella de 18 años que ha revolucionado el fútbol con su talento precoz. Lo que comenzó como un deseo simple de una llamada telefónica se transformó en un gesto inolvidable que trascendió las expectativas, dejando al hospital, a la familia y a toda la comunidad en shock.
Todo empezó en noviembre de 2021. Luciano, entonces un niño inquieto y lleno de energía, comenzó a sufrir intensos dolores de cabeza que su madre, Tatiana Mosquera, atribuyó inicialmente al estrés de la guardería. Pero una resonancia magnética reveló una verdad devastadora: un tumor cerebral de 4 centímetros presionando áreas vitales de su cerebro. Los médicos actuaron con urgencia; en apenas 48 horas, Luciano fue sometido a una cirugía de emergencia en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, uno de los centros pediátricos más prestigiosos de Europa. “Fue como si el mundo se detuviera”, recuerda Tatiana en una entrevista exclusiva con este medio. “Mi hijo, con solo 4 años, tuvo que ser valiente ante lo inimaginable”.
Desde entonces, la vida de la familia Mosquera ha sido una montaña rusa de tratamientos. El tumor, identificado como un glioma maligno –uno de los más agresivos en niños, con una tasa de supervivencia que ronda el 75% a cinco años según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica–, ha requerido múltiples intervenciones, radioterapia y sesiones de quimioterapia que han marcado el cuerpo y el espíritu de Luciano. A pesar de los efectos secundarios –fatiga crónica, problemas de memoria y dificultades motoras–, el pequeño no ha perdido su sonrisa. “Super Lucky”, como se autodenomina, adorna su habitación con dibujos de jugadores del Barça, y su símbolo personal es el emoji del bíceps flexionado: un recordatorio de su resiliencia. “Quiero ser fuerte como mis héroes”, dice Luciano con voz temblorosa pero decidida, sosteniendo una pelota de fútbol firmada.
La fundación Make-A-Wish España, conocida en el país como la “Ambulancia del Deseo”, entró en escena cuando la familia solicitó ayuda para cumplir uno de los sueños de Luciano. A sus 7 años, el niño ya no soñaba con juguetes; quería conectar con Lamine Yamal, el prodigio del FC Barcelona nacido en 2007 en Esplugues de Llobregat, quien con solo 16 años ya era el jugador más joven en debutar en una final de la Eurocopa y en marcar en una semifinal de Champions League. “Luciano ve en Lamine no solo a un futbolista, sino a alguien que, como él, ha superado obstáculos desde pequeño”, explica Tatiana. “Lamine representa la esperanza: un chico de barrio que llega a la cima contra todo pronóstico”.
El deseo inicial era modesto: una llamada telefónica. La fundación contactó con el club, y Yamal, fiel a su reputación de humildad, aceptó de inmediato. Pero el gesto del joven crack fue mucho más allá. En lugar de una simple conversación virtual, Yamal organizó una sorpresa monumental. El pasado 8 de octubre, una limusina del FC Barcelona llegó al hospital. Luciano, vestido con la camiseta blaugrana número 27 –el de su ídolo–, fue recibido no solo por Yamal, sino también por Pedri González, otro pilar del equipo. “¡No lo podíamos creer!”, exclama Tatiana, con lágrimas en los ojos. “Pensábamos que sería una videollamada, pero Lamine vino en persona, con regalos: una camiseta firmada, una foto dedicada y entradas para el próximo partido en el Camp Nou. Nos invitó a toda la familia”.
El encuentro duró más de una hora. Yamal, con su característica timidez catalana, se sentó al lado de la cama de Luciano y charló sobre fútbol, sueños y la importancia de nunca rendirse. “Eres más fuerte que yo en el campo, Super Lucky”, le dijo el jugador, según testigos del hospital. Pedri, por su parte, le regaló una bota de entrenamiento y le prometió un entrenamiento privado cuando Luciano se recupere. El hospital entero se paralizó: enfermeras, doctores y otros pacientes aplaudieron cuando la comitiva blaugrana salió, con Luciano en brazos de su madre, luciendo una sonrisa que iluminaba la sala de oncología.
Este gesto no solo sorprendió a la familia –que esperaba lo mínimo–, sino que conmocionó al personal médico. “En 20 años de carrera, nunca vi algo así”, confiesa el doctor Javier Hodgson, oncólogo pediátrico del centro. “Lamine no solo cumplió un deseo; inspiró a todo el equipo. Ver a un niño como Luciano, que lucha diariamente contra un tumor que podría robarle la infancia, recibir este apoyo… es magia pura”. La noticia se viralizó en redes sociales, con miles de mensajes de apoyo bajo el hashtag #SuperLuckyYamal, y el FC Barcelona emitió un comunicado oficial felicitando a Yamal por su “corazón culé”.
La historia de Luciano y Lamine trasciende el deporte. En un país donde el cáncer infantil afecta a unos 1.200 niños al año –según la Asociación Española Contra el Cáncer–, iniciativas como esta destacan la necesidad de sensibilización. Tatiana Mosquera lo resume así: “La Ambulancia del Deseo nos ha dado alas. Y Lamine… él nos ha dado un milagro”. Mientras Luciano continúa su batalla –con un nuevo ciclo de quimioterapia programado para noviembre–, su collage de fotos ahora incluye la de Yamal. “Quiero jugar como él algún día”, susurra el niño.
En un mundo a menudo cruel, gestos como este recuerdan que los héroes verdaderos no siempre llevan capa, sino una camiseta blaugrana. Luciano, Super Lucky, sigue luchando. Y ahora, con el apoyo de su ídolo, sabe que no está solo.